Chullo (2.610 m.)

Esta ascensión la realizamos Clemente y yo en Febrero de 2.007. Ese sábado trabajamos los dos por la mañana, por lo que tuvimos que salir de Villena con dirección a Granada alrededor de las tres de la tarde. Hicimos nuestra parada obligatoria en Petrer para comprar provisiones y echar un bocado rapido a base de laterío y embutido. El viaje se hizo ameno, conversando sobre los avatares de la semana y escuchando las novedades musicales que traía Clemente. En pocas horas estabamos en La Calahorra, nos dejó sorprendidos su magnífico castillo, pero todavía nos quedaba subir el puerto de La Ragua, donde se encuentra el refugio en el que se suponía ibamos a pasar la noche. Después de muchas curvas y ya en plena noche cerrada llegamos a lo alto del puerto, y divisamos el refugio, justo al lado de la carretera. Este refugio se encuentra a 2.000 metros de altura, por lo que el desnivel que nos esperaba al día siguiente era tan solo de 600 metros. Cogimos las mochilas y entramos al refugio a pedir alojamiento. Cual fué nuestra sorpresa cuando la gente que había dentro, varias parejas con niños, nos comentaron que el refugio lo habían alquilado ellos para pasar el fin de semana y que no quedaba sitio. El refugio por lo visto pertenece a la Junta de Andalucía, y lo alquilan como si fuese una casa rural.¡ Mierda! ¿y ahora que hacemos? Pues toca plantar la tienda. Menos mal que Corbí dejó su tienda en mi coche hace dos semanas cuando subimos al Veleta, porque osino nos toca dormir al raso. Con los frontales puestos y una temperatura bajísima nos pusimos a montar la tienda. Nos dolían las manos, pero no había más remedio. Buscamos un llano entre la pinada de al lado del refugio. Vimos una furgoneta allí aparcada, y se oían perros ladrar. Pero no nos imaginábamos que el escándalo perruno iba a ser mucho mayor. Una vez montada la tienda cenamos algo y automáticamente, vestidos con toda la ropa de abrigo, nos metimos en los sacos a dormir. A la media hora el escándalo en la calle era tremendo. Veinte perros ladrando como locos. Nos asomamos, y nos quedamos flipando. Resulta que la furgoneta allí aparcada era de una pareja que había ido a entrenar con sus perros y su trineo, y el chico había decidido dar una vuelta nocturna. Joder, menudo susto cuando me ví todos esos perros corriendo como locos y una lucecita detrás, que resultó ser el piloto. En un principio, la oscuridad nos hizo pensar cosas tenebrosas, ¿y si es una manada de lobos hambrientos? Pero no, solo eran perros tirando de un trineo. Cuando llegaron un rato más tarde los perros ya no ladraban y pudimos descansar tranquilamente. Hasta las cinco de la mañana. Cuando Clemente y yo nos despertamos congelados. El frio nos hizo despertar y ya no dormimos. Solo quedaba esperar a que amaneciese. Jamás me había dado tanta alegría ver el sol. En cuanto amaneció, desayunamos, un café estilo Castelo, es decir, cogimos un calcetín (limpio) y metimos el café que Castelo había traido de Honduras, y lo colamos en agua caliente. Estaba asqueroso. Acto seguido nos pusimos el traje de faena y nos dispusimos a subir al Chullo. El Chullo es el pico mas álto de la provincia de Almería y se encuentra en las estribaciones del macizo de Sierra Nevada, resulta una ascensión sencilla pero muy bonita, ideal para hacerla con raquetas. Pero nosotros como no tenemos raquetas, la hicimos con crampones. Al salir nos encontramos con el piloto del trineo de perros y nos pusimos a hablar con él. Nos dijo que estaba entrenando, porque participaba todos los años en el Pirena. Era de Almería y estaba allí con su novia. Nos pareció un chaval muy majo. Nos enseñó el trineo y nos dió unas cuantas indicaciones para subir sin perdernos. Cogimos la senda que asciende al Chullo y nos tocó de abrir huella, aunque sin problema porque la nieve estaba totalmente helada. En cuestión de dos horas estabamos arriba. En la cima el viento era insoportable y hacía que la sensación térmica fuese muy baja. Además, arrastraba pequeños trozos de hielo, uno de los cuales me dió, con muy mala suerte, en todo el ojo, en un momento en el que me quité las gafas de sol para limpiarlas. Fuí todo el dia con el ojo molesto. Decidimos bajar a un pequeño refugio vivac que hay en un roquero cercano a la cima para echar un bocado. Desde allí se veía una excepcional panorámica de Sierra Nevada. Una vez almorzados nos pusimos a caminar hacia el punto de partida, encontrandonos con varios grupos que subían entonces a hacer la misma cima. En hora y media estabamos otra vez en el coche. El refugio de La Ragua tiene un pequeño bar en un lateral y esa manaña estaba abierto. Había un montón de gente. Entramos y pedimos las cervezas del triunfo y un par de tapas. Nos encanta que los planes salgan bien. Eran sobre las dos de la tarde por lo que decidimos hacer un poco de turismo. Bajamos el puerto y visitamos un pequeño pueblo al que entramos por lo chocante de su nombre: Dólar. A continuación pusimos rumbo a La Calahorra donde visitamos el castillo que tanto nos había llamado la atención el día anterior, y acto seguido pusimos rumbo a Villena, no sin antes parar en Guadix para meternos un plato combinado entre pecho y espalda.

El Refugio del puerto de La Ragua visto desde nuestra tienda


Clemente subiendo las primeras rampas hacia el Chullo


Bonitas vistas hacia Sierra Nevada


Clemente en la cima, ¡menudo viento soplaba!


Yo en la cima, en plan ninja


Bajando con el culo

Ruta al Chullo desde el espacio